El perdón es la acción por
la que una persona,
el que perdona, que estima haber sufrido una ofensa, decide, bien a
petición del ofensor o espontáneamente, no sentir resentimiento hacia el
ofensor o hacer cesar su rabia o indignación contra el mismo,
renunciando eventualmente a vengarse, o reclamar un justo "castigo"
o restitución, optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro,
de modo que las relaciones entre ofensor perdonado y ofendido al que
perdona
no queden afectadas o queden menos afectadas. El que perdona no "hace
justicia" con su concesión del perdón, sino que renuncia a la justicia
al renunciar a la venganza, o al justo castigo o compensación, en aras
de intereses superiores. El perdón no debe confundirse con el olvido de
la ofensa recibida. Quien la olvida no perdona, pues no adopta una
decisión de perdonar. Tampoco perdona quien no se siente ofendido por lo
que otras personas considerarían una ofensa.Tampoco perdona quien deja
de sentirse ofendido tras las explicaciones del presunto ofensor que
hacen ver la inexistencia originaria de ofensa alguna. El perdón es
obviamente un beneficio para el perdonado, pero también sirve al que
perdona (que también está interesado en ver recompuestas total o
parcialmente sus relaciones con el ofensor y en ocasiones cumple al
perdonar una obligación moral o religiosa) y a la sociedad, pues
contribuye a la paz y cohesión sociales y evita espirales de venganzas,
motivo por el que religiones y diversas corrientes filosóficas lo
recomiendan.
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